Otro año, otra vuelta... siempre adelante


Una madrugada de abril de 1994 encendimos ansiosos la tele (y algunos el vídeo) para ver otra carrera del mundial, el, entonces, mítico G.P de Japón. La mayoría nos equivocamos: no iba a ser otro G.P. más. La temporada habia arrancado con un sorprendente Kocinski en Australia pero la mayoría pensábamos que aquella carrera, en Suzuka, iba a ser un fantástico duelo entre el campeón en título Schwantz y un, por lo visto, ya recuperado Doohan. (Lamentablemente, Wayne Rainey ya no estaba en la pomada, víctima de su accidente meses atrás en Misano). De hecho, el campeonato se antojaba una larga batalla entre estos dos titanes del motociclismo. Qué un jovencísimo japonés, avalado por HRC, se presentara con una Honda de peculiares colores en la parrilla de Suzuka solo parecia una anécdota de la carrera, un ingrediente exótico pero menor. Seguro que la mayoría recordáis aquel histórico carrerón de 500, ¡qué madrugada más emocionante! Aquel japonés con melena al viento y con la muñeca derecha tan bien engrasada se llamaba Nori Abe y, desde entonces, nos conquisto el corazón. También cautivó a un adolescente italiano llamado Valentino Rossi, el mismo que estuvo muchos meses desayunando con el vídeo de aquella batalla puesto en la tele. Hachazo por aquí, hachazo por allí, el joven japonés no se cortaba un pelo en pasar y repasar a los dos monstruos de las poderosas 500 de 2T. Recuerdo un gesto de Doohan en la chicane, moviendo la cabeza, como diciendo "Que no, chaval, ¡asi no conseguimos nada!" Seguro que el australiano y Kevin se preguntaron durante la carrera de dónde había salido aquel insolente muchacho de dieciocho años. Abe nos emocionó con su valentia y su talento. Lo de menos fue que su carrera terminara en caida (¡¡tal vez lo raro hubiera sido otro desenlace!!). Sí, aquella jornada hizo historia y creo tener razón si afirmo que tardamos mucho tiempo en volver a ver un duelo similar a tres bandas. Me niego a decir que Norifumi desapareció hace un par de años, víctima de un trágico y absurdo accidente de circulación. Aunque sea una frase muy oída, como con el añorado Daijiro Kato, Nori y su sonrisa siempre vivirán en nuestros corazones y en nuestra memoria. Luego volveré a hablar de piloto de la Honda número 56 y de lo que significó para algunos ver a aquel moderno samurai luchar hasta el final... todo está conectado en este mundo, dicen...

Escribo estas lineas a finales de diciembre después de no poder acudir, de nuevo, a la invernal de "Arguis" (lo pongo entre comillas porque este año los amigos de P.M.Z. no han podido celebrar la auténtica y tradicional invernal en Arguis, organizando en su lugar otro encuentro similar en Liguerre de Cinca). La "maldición del pantano" vuelve a perseguirme un año más. No consigo llegar a Arguis o "Arguis" desde el 2003, último año en que pude disfrutar del viaje y de la reunión. Cuando no eran problemas de salud, eran familiares o historietas en el trabajo, el caso que en seis ocasiones (contando esta del 2009) nos hemos quedado en "campamento base" o he tenido que dar la vuelta antes de alcanzar Zaragoza, ¿¿cómo es posible??

Bueno, para los que sientan curiosidad por el ambiente allí vivido (el frío no fue tan protagonista como otros años, simplemente se congeló el butano, ¡poco más!) algunas fotos y pequeña crónica en la web de los amigos "tortugueros":


Tenia ganas de compartir unas bonitas horas con parte de los grandes amigos que tengo la suerte de tener, un autentico lujo que cada día valoro más. Se acaba el año y tengo que hablar de ellos. En primer lugar felicitaros estas fechas a todos. Seguro que la mayoría lo estáis pasando genial, como debe ser. Para vosotros y para los que no lo están pasando tan bien ráfagas y uVesss, aquí hay uno de Madrid que se acuerda de vosotros, de cada uno, de los que estáis habitualmente "a mano" y de los que no estáis tan cerca.

Pues sí... durante este 2009 he conocido gente fantástica. Comenzamos el año con la otra gran y auténtica invernal que nos queda en la piel de toro, Estrella de Javalambre, cita en la que conocimos a dos grandes veteranos, Paco y Alberto, de Valencia y de la asociación MOCLAVA. También conocimos a Marta, una mujer fascinante y divertida, a Lobo, gran tipo, un motero atento y enrrollado, y al "estonio", Troi, por lo visto, otro que se escapo del mismo manicomio que yo.

Pasaron los meses y volvimos a ver a los amigos de Barcelona en Anzanigo (¡qué gran noche aquella!, a pesar del borde del dueño del camping) y, poco después, en mayo, disfrutamos con gente menos joven (según reza en sus carnets de identidad) pero igual de joven de espíritu, los viejos rockeros de MOCLAVA. Luego llegó el esperadísimo viaje a Assen con los "polacos" y, ya en agosto, fuimos a disfrutar de lo lindo en una de las pocas carreras auténticas que quedan en el mundo, allá en La Bañeza, bajo un sol implacable, celebrando su medio siglo de historia.

Por el camino, hasta ahora, más moteros de primera. Qué decir de Isma, de Mataró. Nos conocimos en una gasolinera, como pasa a veces (¿cosas del "azár"?) y hasta ahora. Volvimos a vernos en Cheste; costó muuucho pero lo conseguimos gracias a infinidad de llamadas de móvil. Eres un tio grande, en tamaño y en humanidad, con más detalles que una Bimota último modelo, jodio. Nos vemos en un mes.

Qué decir de Gorax, ese gran veterano y sabio de la moto, y encima con más marcha que muchos jovenes que conozco. Por fin le pude dar el pin de Assen y pasar una horas juntos. Hace bien poco lo pasamos de muerte haciendo 'La Raba' (La Arrabassada, Barcelona) en su coche, mucho después de medianoche, ¡como chillaban los neumáticos subiendo, imitando la vieja carrera en cuesta! El año pasado Piper me mostró el camino en moto, este año Gorax lo ha hecho en coche (¡veremos el próximo!). Aqui un enlace por si queréis conocer datos sobre el origen de esta apasionante y clásica carrera:

http://www.elperiodico.com/default.asp?idpublicacio_PK=46&idioma=CAS&idtipusrecurs_PK=7&idnoticia_PK=668282

Antes de subir hasta el Tibidabo, estuvimos en Paddock algunas horas esa noche. Para quién no lo conozca, todas las bendiciones del mundo para hacerlo. La afición a la moto que hay en esas tierras siempre ha sido digna de admiración. Ahora como antes sigo pensando lo mismo. Paddock es el perfecto lugar de encuentro para autóctonos y foráneos, ¡qué envidia, panda! Fue una pena que, al ser entre semana, muchos amigos tuvieran que plegar a medianoche, más o menos. Solo quedamos Edu, Gorax y yo para cerrar el garito. Como no, también hablamos del viaje a Elefantes que están preparando para este cercano enero. Ese viaje es una de esas espinitas que vuelvo a tener clavadas en la superficie, ahi dónde más duele, cualquier roce me recuerda esa cuenta pendiente. En esta ocasión diversos factores me impiden poner rumbo a Alemania. En octubre me emocioné y comencé a preparar cosas pero luego la realidad me indicó que, esta vez, era simplemente imposible. Otro año será... Bueno, Gorax, gracias por tu compañía, animos y buen rollo, es un honor tenerte de amigo. Estoy seguro que en el 2010 haremos algún viaje chulo juntos.

También destacar y felicitar a dos viejos, viejisimos amigos. Dos gratos reencuentros que he tenido el placer de disfrutar este año. El primero fue volver a tener "controlado" a nuestro rutero favorito, Luis "El Mudo", amigo de mis padres desde que yo era cachorro y me movia con mi Ducatilla por mis primeras concentraciones. Llevabamos algunos años sin apenas vernos. Siempre es un placer, y un cachondeo asegurado, tener cerca a Luis, ya sea de manera on line, en su tienda o dónde sea, en mitad de ninguna parte. Un maestro de la vida y de los ruteros, una figura irrepetible con tantas historias a cuestas que como un día monte un blog no habrá suficientes Gigas para guardar sus palabras. El otro grato reencuentro ha sido el que he tenido con Javi (bueno, perdón, con Gustavo, Gustavo J. Cuervo), otro viejo amigo de mis padres de toda la vida, de la antigua Escudería Los Hierros. Grandísima familia motera, toda una referencia cuando, de niño, descubres idolos y gente que te enseña también el camino. Algún día, con su permiso, os contaré alguna de sus míticas historias e increíbles viajes, ya sea por el desierto de Argelia o alcanzando el Cabo Norte o... ¡y con que motos! A Gustavo seguro que lo conocéis de sobra por sus artículos en las revistas o por sus numerosos libros sobre viajes en moto. De hecho, esta a punto de publicar varios libros nuevos que, sin duda, serán tan interesantes como los anteriores. En uno, sobre Madrid y sus rutas, sale una colaboración de mi padre, ¡buena elección!

Quiero hablar también de varias moteras que he conocido durante este año, dos niñas que llevan gasolina en las venas y con un espíritu tan festivo que es imposible sentirse triste o aburrido en su presencia. Hablo de Arantxa y de Martita, ¡vaya dúo de Rs! Sin duda el año que viene nos veremos más... Hay otra motera a la que quiero felicitar en especial y desearla lo mejor de lo mejor para el próximo año, para la siguiente vuelta de la carrera de resistencia que vivimos. Ella es Gema. Simplemente, la Ducatista más racing, independiente y radical que he conocido, no importa que ahora no tenga moto, todo eso pasará, princesa, estoy seguro que pronto te veremos con otra Monster.

La verdad que no me quiero olvidar de nadie pero es dificil... Durante este año también he conocido a Juanca, más conocido como "Nakedo", gran motero y compañero de viaje, "er pirito" para los conocidos, ¡buenas fiestas y rutas nos esperan! Un abrazo muy afectuoso a un tio simpático, enrrollado y grande, en todos lo sentidos, Toroloko, otro fanático de las dos ruedas. Gracias por tu apoyo y tus conocimientos, macho, eres un crack. Ojala nuestro sueño del "Gredos Trophy" llegue a buen puerto. Si lo conseguimos será gracias a la ayuda de grandes apasionados como tú.

Un saludo especial para Antonio de Pinto, un maestro en la carretera y en los bares. Otro muy especial para mi gran colega Edu (motero, "capitán" de barco, rockero, bajista, "aviador", informático, soltero y mil cosas más, incluyendo también squidkiller, sin duda). Gracias por soportarme, tronco, a ver qué día me apunto con vosotros, los ciclistas de verdad, a dar pedales, esa extraña sensación que apenas practico pero que buena falta me hace...

Otro más (y van...) para Tono, otro tío grande y generoso. Creo que durante el próximo año haremos algún viaje juntos por fin, quizá a las 24 Horas de Le Mans, quién sabe. Tenemos muchas charlas pendientes. Desde aquí darte las gracias por todas las atenciones que tienes, tio, esas cosas se graban a fuego. En este sentido, agradecerte tus gestiones, Paco Motos, durante nuestra visita a Cheste y Valencia. Memorable vuestra compañía y aquella cena de arroz con bogavante. ¡Cómo disfrutamos de charla con moteros auténticos como vosotros! Mi sueño para el 2009 era tener una deportiva moderna y, a pesar de la crisis, del banco y demás factores que se pusieron en contra, la conseguí. Ahora, para el 2010, mi sueño es volver a correr alguna carrera, así que, Paco, ¡espero acompañarte en tus correrias antes o después!

Un beso fuerte para otra guerrera de la vida, Raquel, la motera más simpática y la mejor amiga que uno puede tener. Más besos y más saluditos para, por supuesto, las demás princesas del asfalto, incluyendo a Rosa (otro reencuentro de esos que no sabes cómo han sucedido). Esta niña, motera y cañera, también tiene su historia. Te deseo todo lo mejor para el nuevo año. (La verdad, después de tanto tiempo, dan ganas de escribir un libro solo hablando de moteras, creo que sería muy interesante, nunca llegaremos a conocerlas del todo pero sin duda son de lo mejor que hay en este mundillo, aunque, como dije una vez, el manual de usuario de cualquier R es más sencillo de entender que el de las mujeres, ¡dicho con amor, que conste!).

Casi por último, pero no menos importante, quiero enviarte un fuerte abrazo, Nito. Sé que me lees mucho, y debo agradecerte tus detalles y tus, siempre, afectuosas palabras hacia nosotros. Eres un viejo rockero ante el cual me descubro (¡¡¡pena que los de tu pueblo se lleven tan mal con los de Manzanera!!).

Sé que me estoy alargando mucho pero no puedo abreviar más, no seria justo.

Un saludo especial también para mi padre, ese "maestro jedi" que sigue adelante a pesar de sus achaques, el "cromagnon" que el otro día nos demostró (¡otra vez!) de qué pasta está hecha conduciendo su fazer con el peroné roto desde el taller a casa. Deja el puto tabaco que sigues vivo en muchos sentidos, ¡no lo estropees con el vicio! Ahora anda muy ocupado e ilusionado reconstruyendo esa Ossa 170 que algún dia, no muy lejano, volverá a rodar, por carreteras secundarias, camino de Paris. Recuperate pronto, papi, que Javalambre está a la vuelta de la esquina y todos te esperan.

Como no podía ser de otra manera, hace apenas unos días me preguntaron qué puñetas significa la Navidad para mi. Bueno, lo siento, yo odio bastante este negocio moral y capitalista, lo veo tan hipócrita que solo valoro los saludos sinceros que recibo, sin adornos, de la gente que sé que llama a las cosas por su nombre. Eso sí, estos días son propicios para hacer de ellos la excusa perfecta para saludar a amigos y familiares que no tenemos la suerte de tener cerca durante el año, ok.

El significado y el mensaje que a mi me traen esta fechas no es demasiado religioso (o tal vez sí...). Cuando llegan estos últimos días de diciembre (¡aparte del cabreo de no llegar a Arguis otra vez!) pienso un poquito en lo vivido, a modo de resumen y, sobre todo, en lo que queda por delante, en qué haremos y, sobre todo, en cómo lo haremos. ¿Qué mejor momento que antes del inicio de la nueva "temporada"? Lo hago con cierto temor a ablandarme, a perder las buenas sensaciones que, todavía, podamos poseer. Con miedo a acomodarnos en la peligrosa rutina de lo "normal", de lo "racional", de lo bien visto, en dar "puntos" a una faceta que me sigue disgustando y aburriendo (¡afortunadamente!). Quiero seguir eligiendo mojarme en moto, o hacerme mil kilómetros o más en un día para estar unas horas con alguien especial si es lo que me pide el corazón, quiero seguir siendo más frío que el frío si hace falta, me apetece y quiero seguir disfrutando corriendo o viajando y quiero seguir amando la velocidad aunque me llamen, por ello, en ocasiones, criminal. Me asustaría que, durante el próximo año, alguna de las "luces" del "panel de control" se apagase... (sinceramente, lo dudo, son muchos años de ventaja, haciendo y sintiendo lo mismo).

Como nos demostró ese gran corredor y mejor persona, Norick Abe, nunca se sabe cuando llegará nuestra última vuelta. Creo que merece la pena seguir el camino que nos quede con alegría y valentia, "pilotando" como sepamos, sin miedo a nada. Evitando posibles supesticiones, evitando manias y el miedo a las "velas negras" que nos colocan en mitad de la pista cada dos por tres. Nada de susurrar "uy, ya soy algo mayor para eso"... El mensaje que se repite una y otra vez es el mismo que demostró Norifumi en aquella carrera, el mismo que nos mostró Gardner en aquel mismo circuito en 1992, el mismo que el gran Garriga nos enseñó persiguiendo la Honda de Sito en sus batallas una y otra vez, el mismo que nos trasmitieron los hermanos Dunlop año tras año, el mismo que nos emocionó cuando vimos a Nani Roma ganar por fin un Dakar después de varios intentos épicos, el mismo que nos ha demostrado hace apenas unos meses el amigo Valentín llegando al Cabo Norte en Vespino: aunque no sepas cuanto tiempo durará tu carrera... SIEMPRE ADELANTE.

A rodar y a jorobarse si hace falta. Feliz y racing 2010!!

La otra pasión de los motards...


Mi exjefe me dijo una vez que siempre son ellas las que nos eligen, que pocas veces sucede lo contrario. Por lo que he visto y vivido así es casi siempre. El otro día un amiguete me dijo algo parecido pero yo le contesté que "tendrán el poder de elegir pero eso no significa que, por ello, automaticamente, siempre eligan bien". Nos reimos porque conocemos cada caso de traca... Qué dificil parecer "carburar" a veces esa paridad tan bonita... pero seguiremos intentándolo, "todo corazón, solo corazón".

Me dijo que contara esta historia como pequeña "venganza". Para una vez que no fue una de ellas la que eligio... ¡habia que contarlo! No es una historia para imitar pero sí que es auténtica. Todo sucedió tal como os voy a relatar, la historia es totalmente verídica. Ocurrió hace muuuchos años en un taller de motos de un buen amigo. Yo fui testigo directo y lo recuerdo todo bastante bien. Por motivos obvios no puedo dar detalles ni indicar localizaciones (aunque ya no existe el taller). Tampoco aplica dar nombres o fechas pero, todo, sin excepción, sucedió tal como lo cuento, ni más ni menos.
Erase una vez un viejo piloto de motos que montó un taller en un pueblo de la periferia de Madrid. Hasta ahi algo de lo más clásico en la viña del Señor. Con esfuerzo, sacrificio y paciencia, algunos años después, pudo dar el salto e instalarse en una centrica calle de Madrid.
Nuestro protagonista había sido de joven, aparte de mecánico y piloto de motos, un poco playboy (sobre todo en verano) por lo que, como os podéis imaginar, no estaba casado y había tenia docenas de churris y novias. Pues bien, por cosas de la vida, quizá la edad, la relativa estabilidad laboral o la alineación de los planetas durante aquel mes, un día manifestó su inquietud por cambiar las cosas. Sus ganas de, digamos, estabilizar su futura vida parental (bueno, ganas ganas.. quizá habría que aplicar otro verbo). Ignoro todavía si se refería a centrarse en una única mujer o, además, en fundar una futura familia. Candidatas había unas cuantas, todas con sus pros y sus contras, claro. Como hablaba en serio y no encontraba una solución fácil al dilema de cual elegir, un día, mi padre le sugirio un método para resolver el problema. Le propuso, allí en su taller, hacer varios papelitos con el nombre de las candidatas, meterlos en una bolsa y luego coger uno sin mirar. De testigos estábamos otro amiguete y un chaval de nueve años, aquí el menda. A nuestro protagonista le gustó la idea y, después de un rato, nos metimos en su despacho. Cuando me llamaron, yo estaba mirando sus botellas de anis "El Mono" repletas de "rubias" (monedas de una peseta) con la que pagaba las multas. Se hicieron los papelitos con los nombres y se metieron en un cenicero. Alguna risa pero pocas dudas... Aunque suene a adorno literario recuerdo que se hizo, durante unos segundos, un silencio sepulcral. Una curva importante en el camino, sin duda. Duro poco aquel momento de reflexión. El afortunado adelanto su mano y saco uno de los papelitos. Lo abrió con curiosidad y sonrió un poco. Mi padre pregunto: "¿Qué tal, es buena chica, guapa?" El agraciado que era la pera contestó algo así como "No, ¡es fea de cojones pero tiene dinero para aburrir!" Y asi era. Y así fue. La conocimos enseguida y pronto celebraron su boda. Ella, por supuesto, jamás conoció la génesis de su boda. Era una mujer simpática, agradable, inteligente y rica, muy rica, porque su familia tenia negocios muy rentables. Guapa... lo que se dice guapa, pues no, no era muy hermosa. Como casi siempre, nuestro amigo el del taller estuvo acertado al milímetro en sus declaraciones. Lo que no sabiamos es que ella tenia un carácter fuerte por lo que su marido tuvo que cambiar de hábitos y no darla disgustos.


Poco tiempo después, quizá dos años más tarde, un día en el mismo taller, esperando a su dueño apareció de repente su mujer. Estuvimos hablando pero enseguida detectamos la mirada asustada del mecánico que estaba trabajando. Nos contó que nuestro amigo iba a aparecer en breve por la calle, con la moto, y que no iba a venir solo... Mejor adelantarnos y avisarle, evitar una bronca seria o algo más... ¡nadie esperaba que apareciera su mujer por el taller aquella tarde! Pues nada, alli estabamos los tres, mecánico, padre e hijo, acera arriba, acera abajo mirando a lo lejos, intentando descubrir entre los coches alguna moto azul... Los minutos pasaron y la situación se hacia delicada, el desenlace del "thriller" (mira, ¡ese año salio ese disco!) seguía en suspense. Llego un momento en que mi padre aviso al mecánico que nos teniamos que ir sin más retraso, era ya algo tarde y yo tenia colegio al día siguiente. Nos despedimos también de ella que yo creo que sospechaba algo (no era normal lo que llevábamos haciendo casi media hora pero es que en esos años ¡no existían los teléfonos móviles!). El caso que, sin esperanzas, subimos a nuestra Vespa amarilla. Arrancamos y, justo dos calles más allá, ¡¡vimos la moto de nuestro amigo en dirección contraria!!! "¡Perico!" (por llamarlo con algún nombre) gritó mi padre mientras apretaba los frenos como años después haria "pajarito" Schwantz (bueno, más o menos). Nuestro amigo furtivo hizo lo mismo y empezó a preguntar con su tono habitual...

- Holaaaa, ¿qué pasa, Luis?
- "Perico", nada, que te están... esperando en el taller.
- ¿Quién?, ¿qué pasa?
- Que te están esperando en el taller, te están esperando...
- ¿Quién?, ¿quién coño me está esperando?
- Que te está esperando tu mujer, cojones, te está esperando en el taller...

La cara de "Perico" cambio un poco pero no se alteró demasiado. Una rápida despedida y dos motos que siguen direcciones contrarias pero no al mismo tiempo. De la Honda se baja una chavala elegante algo aturdida.


En la siguiente visita "Perico" le echo un poco la bronca a mi padre. Vale que le habia salvado de un divorcio seguro y, peor, de la ruina pero... el precio que pago fue quedarse sin la amiguita que llevaba aquella noche en la Honda. Por lo visto, ella no sabia que estaba casado.

Aunque quizá parezca mentira, al final, el balance fue positivo. Quizá mi padre influyó en la elección y en el "mantenimiento" de la pareja de nuestra historia pero, con el tiempo, las aguas volvieron a su cauce y no hubo más "escaramuzas". De hecho, espero que sigan juntos y viviendo felizmente en algún lugar del sur de España. Creo que todo ello volvió a demostrar que, aunque algunas chavalas son muy amigas de los tópicos y no se lo creen, hasta los moteros más salvajes tienen su corazoncito. Fuera de broma, que sepáis que os admiramos y os queremos mucho a casi todas. Quizá sea la otra pasión de la mayoría de los moteros, sí...

El pin de Assen y el valor de los paquetes... (crónica Perros del Ebro 2009)



El pasado 26 y 27 de septiembre pasamos unas agradables horas en la zona de los Monegros, cerca de Zaragoza, cerrando algunas viejas tareas pendientes y comprobando, sin querer, la resistencia de nuestros encomiables hígados. Aquí la crónica, la historia del pin y una tribulación inesperada: el valor de los paquetes que montan habitualmente con nosotros.

La verdad que para este otoño tenemos la agenda superpoblada. Muchas posibles salidas, todas interesantes, de distinta cata, sobre el papel. Si no me falla la memoria, tenia y tengo apuntado las siguientes: Revival de Denia (oportunidad insólita de ver, ¡rodando!, la Ossa de Santi Herrero en manos de algún viejo piloto), Memorial Ricardo Tormo el 11 de octubre en Cheste, tandas en Albacete y en el Jarama durante noviembre, G.P. de Valencia el 7 y 8, Arguis para diciembre (para intentar romper la maldición que me impide llegar desde el 2004), uffff, muchos eventos y muchas ganas pero demasiados para nuestro bolsillo y tiempo libre disponible. De todas formas, como primer hito del la nueva "temporada escolar" teniamos apuntado la idea de acudir a la clásica reunión de Perros de Ebro, cerca de Zaragoza, en Pina de Ebro. Al final, fuimos, no para zambullirnos en ese ambiente custom que tan poco nos gusta, sino para encontrarnos con algunos amigos de Barcelona, tarea que teniamos en "asuntos pendientes" desde hace meses. Total, como punto intermedio en el mapa, la reunión ofrecía la excusa perfecta para encontranros por fin con Gorax y su pandilla. Mira que lo hemos intentado varias veces pero, hasta ahora, ha sido imposible coincidir con estos auténticos veteranos "rockeros" del MotoGrup Tortuga, envidiable grupo de quemadillos con mucha marcha y muchos kilómetros bajo el culo. Aquí una de sus cojonudas webs, os la recomiendo, sobre todo si sois un viejo "rockero" y amáis también los viejos tiempos:

http://motogruptortugas.blogspot.com/

También iba a volver a ver a Lobo, otro gran tipo de Barcelona. Le avisé unos días antes y se animo enseguida, genial. De los demás colegas habituales, nada de nada. Quién no trabajaba, tenia mudanza o pocas ganas/euros. Es imposible coincidir siempre, vieja máxima que siempre se cumple.

Bien, el viaje fue algo inesperado en su desarrollo, tanto a la ida como a la vuelta. En lugar de salir con el resto de madrileños convocados a eso de las 15h30 en la gasolinera del puente de San Fernando, en la A2, tuve que verles partir muy a mi pesar mientras regresaba a casa. El grupo estaba formado por Eduardo, Raquel, Nakedo, Antonio y el papi. Me di la vuelta y, horas después, solucionado unos temas personales, pude salir a eso de las siete de la tarde, esta vez solo. Poco tráfico y una noche que cae cada día antes. El motor fino fino y solo algunos coches por el camino. Cuando cae la noche, primero un Golf y luego un Volvo, me sirven de "guía" para ir alegre y llegar pronto. Fui directo a Pina de Ebro porque pensaba que la tropa estaba alli y no en el hostal que habiamos reservado en el pueblo cercano de Fuentes de Ebro. La verdad que nada más llegar vi que las Rss allí pintaban poco, parecia territorio hostil, ya me comprendéis. La verdad que el pueblo de Pina estaba medio desierto, salvo en la plaza donde se agrupaban los custombikers y demás curiosos o participantes. Después de dar un paseo corto para echar gasolina me encontré con este panorama. Pregunté en el primer bar pero no habia mesas libres y no daban ya cenas, ni siquiera bocatas.
Eran casi las 22h30. Mientras estoy en la acera esperando a los demás y hablando con el móvil, veo llegar una GSXR blanca, muy bonita, con un número 41 (el de Haga) estampado en sus fibras. Nos miramos pero no decimos nada hasta que, pronto, llega una ninja negra y un piloto cuyo casco me suena mucho. Es Lobo, por fin volvemos a vernos. El piloto de la Suzzi es su amigo Firi. Pues nada, empezamos a pedir alguna cervecilla y a resumir nuestras vidas de los últimos meses. Pronto llegan los demás madrileños y tomamos "posiciones" en una larga mesa que nos diseñamos rapidamente. Ninguno hemos cenado. También nos encontramos con otros viejos conocidos de Zaragoza que están en el mismo bar, Mario y señora. Mientras pedimos todo lo que tienen una cara conocida me encuentra desde la barra. Es Gorax, parece mentira, nos vamos a ver en persona realmente. Muchas charlas y muchos bocadillos. Es increible pero ya iba siendo hora de cerrar un viejo asuntillo pendiente:
Resulta que Gorax me pidió que le trajera un pin de Assen. Estuvo en el 2006 y al poco de llegar a su casa, a la vuelta, perdió el pin que habia comprado de recuerdo. Lo enseñó y, poco después, desapareció para siempre. Ahora cuando algo se pierde suelen decir en su casa: "¡estará con el pin de Assen!" ¡Vaya historia! Cuando este verano fui al circuito le cogi uno. Se lo iba a entregar en mano a la vuelta del viaje a Assen pero, al final, no paramos en Barcelona. Luego, iba a mandarlo por correo pero no encontraba el momento. Luego pensé en darselo en persona y propuso lo de vernos en Perros. Asi que, esa noche del 26 de septiembre, frente a varios testigos, hice entrega del pin a su legítimo dueño. Como no sabia si iba a acudir finalmente a esta reunión, horas antes, se lo había dado a Raquel con la misión específica de entregarselo en persona si al final no subia yo. No hizo falta, afortunadamente. Se lo di hasta con bolsita de plástico (¡la bolsita venia de Javalambre!). Creo que nos faltó solo el detalle de hacer una foto en el momento de la entrega del "trofeo" ;-) El pin es de la edición de 1998, no encontré otro más cecano, cronologicamente hablando, ni siquiera uno de este 2009. Gorax nos contó varias historias y enseguida sonrió con las nuestras. Creo que somos de la misma tribu. Le pregunté por una de sus numerosas motos, una preciosa Suzuki Katana. Sí que era un pepino en esa época pero, como de costumbre, el motor era demasiado potente para aquel chasis y suspensiones de juguete. También me contó el viaje que están preparando para finales de enero. Ummm, ¿finales de enero y por Europa? Sí, ¡¡Elefantes!!, otro de los sitios que hay que visitar al menos una vez en la vida. A pasar frío, pero frío de verdad, a ver nieve, tal vez también a deslizar un poco, ver "vikingos", sides con leña y viajar con otro chip, ya sea por Suiza o bien por Alemania (más barato), y todo en pocos días, claro... Me anima pero lo tengo complicado. Son muchos días fuera de casa, ¡veremos!, nervioso ya me ha puesto, ¡eso sí!, llevo escuchando historias de Elefantreffen o de Cabo Norte desde cani.

Horas después volvemos al hostal y, por el camino, nos pasa y pasamos a una custom que no va lenta. Luego conoceremos a su dueño. Llegamos al hostal y nos vamos de peatones hasta una disco que han montado en el polideportivo. Conocemos al de la custom, un tal "Emilio, hermano de Codina, el de Solo Moto", biker con solera y gracia. Lleva un pito y nos deja medio sordos mientras el DJ no para de poner éxito pop de los 80 y 90, muy apropiado. La verdad que hablamos y reimos durante horas aunque creo que bailamos más que otra cosa. Sudamos de lo lindo mientras observamos el "ganao" rubio y moreno que a veces "nos entra". Lo siento, yo no fumo tabaco, tampoco bebo mucho porque recuerdo cómo son las resacas en moto los domingos. Nos reimos un huevo que es lo importante mientras nos quedamos afónicos. A las cinco llegamos al hostal de mala manera y a las nueve nos levantamos. Antes de poder poner un pie en tierra recibo la noticia de que Julito se acerca al final (el sábado no pudo salir de viaje con nosotros). Nos veremos en Utebo. La idea es acercarnos a ese pueblo, a unos cuarenta kilómetros, para visitar el museo particular que hay dedicado a Ossa. Salimos del hostal después de unas merecidas duchas y varios cafés bien cargados. Hacemos unas fotos chulas (las de la noche anterior mejor no las enseñamos mucho porque perderiamos cualquier pequeño respeto que nos pudieran tener todavía por ahi). Lobo y Firi prefieren volver a casa y conservar neumáticos, van algo justos. Me suena la película. Nos despedimos y salimos tranquilitos hacia Zaragoza. Después de encontrarnos con Julito, llegamos sobre las 11h20 al museo.
Su dueño, Gabriel, nos da la bienvenida. La verdad que esta "visita cultural" es muy original. Muchísimos modelos de cámaras de cine y, por supuesto, de motos... ufff, mucha variedad, prototipos y modelos comerciales. Muchos detalles entorno a la historia oficial de la marca. Me quedé con las ganas de preguntar de dónde habia salido semejante tesoro de la historia. Vimos las primeras Ossitas, las de campo, las de trial de Mick Andrews o Toni Gorgot, las de cross y enduro, por supuesto. Mención especial para mi, mis favoritas, los modelos de carretera de 250 y 2T. Vimos una "Pepsi", una "TE", alguna "Copa" que había corrido las Motociclismo Series, etc, etc, incluyendo, por supuesto, la moto con más vibraciones del mundo, la mítica Yankee 500. También vi el modelo que tuvo mi padre durante varios años de la década de los setenta, la 230 Sport. Qué pequeñita parece ahora esa moto. Qué contraste. Triste final el de Ossa pero de eso apenas hablamos, es archiconocido. Curioso los anuncios de la época. En uno sale una chavala anunciando un modelo y vistiendo minifalda. Sorprendente si te dicen de qué año es la publicidad. El museo de Utebo está abierto solo bajo reserva previa. Os paso el link de su web:

http://www.ossamuseo.org/

Salimos sobre la una hacia Madrid después de desperdinos de Gregorio que iba, para la ocasión, vistiendo una camiseta con la eme gótica de Montesa... ja,ja,ja, en todas las fotos salio con ella, rodeado de motos de la marca del trebol, fijate. Nos volveremos a ver antes de fin de año, seguro. Ya con Julito a rebufo nos dirigimos hacia la A2. Antes, había observado que mi neumático trasero estaba en las lonas. El día anterior, cuando miré, pensé que aguantaría mínimo unos 500 kms. más pero me equivoqué. Cuando paramos a comer en el kilómetro 285 de la A2, en el área que hay justo en ese punto kilómetrico, volvemos a mirar la rueda trasera y ya no va en las lonas, ya se ven los hierros. No es aconsejable continuar así. Mal calculo hice esa semana en Madrid cuando pensé que volveria apurado pero en marcha. Después de discutir con el seguro sobre el alcance de la asistencia subimos la moto, mi Infinita, a la grúa de turno y se la llevan a la Almunia. El BT015 ha durado poco más de 7000 kms. No digo que sea poco pero no estoy acostumbrado a esas duraciones. El caso que es una putada y la comida, aunque generosa, no me sabe ni medio bien. Casi pillamos a los dueños de una furgoneta para preguntarles si me la llevan a casa, pagando, y ahorrarme así un futuro desplazamiento para recogerla, buscar taller, cambiar rueda, etc. No tenemos suerte. Me toca volver de paquete, ahora sí... y hay comienza otra pequeña aventurilla. Primero, me subo en mi exFazer, con "er pápa", cuantos años sin ir de copiloto con él... La moto tira bien pero yo voy incómodo. Mi culo roza la bandeja del baúl trasero y voy abierto como una rana. Luego está el tema de que no conduzco, ¿qué os voy a contar que no sepáis? desde que soy ¿adulto? nunca voy a gusto detrás. Aunque me fíe del piloto me da mal rollo. Además me siento un inútil de narices, un cero a la izquierda. Con mi padre, además, sabiendo las trazadas de "motoGP" que se gasta, de carril a carril, apurando el máximo el ancho de la calzada, la cosa tiene un puntito extra de emoción: intento mirar por los espejos, antes que él, por si viene un coche. Luego el asfalto de esta maldita carretera no ayuda nada. Llena de baches, parches y ese firme irregular previsto para las heladas que se come, literalmente, las ruedas y desestabiliza la verticalidad, vas dando botes cada dos por tres. ¿Aguantará el amortiguador de serie de mi querida exFazer? ¡Espero que sí! También pillamos, incluso, alguna pequeña rodada que hay entre carriles. Si llevara empastes en las muelas se me caería alguno, seguro. Ufff, hay momentos que pienso "¡vaya tela!" mientras miro por qué kilómetro de la "autovía" circulamos. Al llegar a Alcolea del Pinar por fin paramos. Casi no puedo bajarme. La biela derecha apenas me responde cuando camino. Salvo Antonio, los demás tomamos algún refresco, yo un Trina. Decidimos que seguiré el viaje en la CBR600F de Julito que va a pasar cerca de mi casa. Antonio también pasará cerca pero lleva las ruedas también algo justas y no me parece buena idea meterle 100 Kgs de peso extra al tren trasero. Nada, me monto en la 600 con mi compadre. Aquí si que voy como un marqués, el asiento es largo y no tropiezo con nada. Nos despedimos de Raquel, Edu y Nakedo y salimos zumbando. Luego empieza la tormenta.. nos cae un poco, nada serio. Paramos bajo un puente cerca de la M50, entrando a Madrid. Veinte minutos más tarde, ya en la A4, cerca de Pinto, vuelvo a cambiar de moto, me subo en la Blackbird de Antonio. Me va a acercar a casa mientras Julito tira para el sur, como siempre. Me agarro al deposito y hago fuerzas. No voy mal encaminado, Antonio corre hasta durmiendo. Rápido y seguro, lo sé, pero eso no quita que esté alerta como un gato en mitad de una perrera. Desde Pinto a Fuenlabrada, nos metemos unas curvas de infarto (por lo menos para mi), eso de inclinar tanto de paquete acojona al más pintado, de verás que sí. Vuelvo a decirlo: acojona. Mucho. Sí, los consejitos que siempre damos a los demás no valen de mucho cuando "rozas con la oreja" rodando atrás. Esa "directriz" que siempre digo cuando me preguntan de "tú tranquila, como un saco de patatas, no fuerces, a donde te lleve la moto y el piloto y bla bla bla" no me sirvió de nada en todo el viaje de vuelta. Encima, con Antonio, en una de las glorietas, me comenta que desliza mucho su donut trasero. Cojonudo. Lo que me faltaba por oír en esos momentos. Llegamos a casa en un instante eterno y me bajo consciente ja,ja, le doy las gracias y me voy a la ducha. Me espera un cumpleaños y un lunes con un montón de gestiones para recoger la moto el martes. Entre porciones de pizzas y bromas no puedo evitar recordar las últimas horas. Pienso en el coraje de nuestros copilotos, los "paquetes", qué valor tienen de hacerse tantos kilómetros detrás, calladitos, acoplados, sin rechistar, tantas veces aguantando la lluvía o la nieve... Tenía que haber un campeonato mundial y nacional de "paquetes", no solo lo que se ofrece en las concentraciones.
Puestos a elegir, creo que preferiria no montar en moto que ir siempre de paquete. De pequeño es distinto, ahora no... Pienso en Raquel o en otras muchas chicas (que suele ser mayoría con este rol) como Rosa o Ana, por ejemplo, y en su, repito, admirable coraje. No solo por la confianza que suelen tener en el piloto sino en aguantar tantas horas detrás, sin conducir, observando el paisaje, en ocasiones aburridas, en otras cantando alegremente, pensando mil cosas o avisándonos de algún radar camuflado... Solo los "paquetes" más hábiles nos deleitan con algún "juego" como hacer fotos en marcha (¿verdad Raquel?) pero, en general, ahora que lo pienso con más calma lo veo como un pequeño ejercicio de valentia. Y si ya sabes conducir ni te cuento, ¡que ganas de ir con un tio delante que lo mismo frena tarde o no ve aquel coche que tu hubieras visto por el retrovisor! Por otra parte, el tema de la velocidad..., yo con Mamola no subiria ni drogado, ¡ahora lo tengo claro! Ir a 200 en una recta no plantea demasiadas preocupaciones pero ya en curvas ir alegre... uffffffffffff, supongo que ellas, de tener eso que tenemos nosotros entre las piernas, tal vez en alguna ocasión, se les pondrían de corbata... ¿o no?, ¿ o estoy exagerando? no lo sé, pero me alegro que sigan subiendo con nosotros. Sois todavía más especiales de lo que imaginaba, niñas, todas. Sin duda, sois una especie superior, el hommo-biker o algo así...

Y cuanto hemos cambiado...

Parece que cada año nuestras queridas autoridades nos lo ponen más difícil a todos los usuarios de vehículos y, en especial, cómo no, al colectivo de los motoristas. Como gran padre protector (y recaudador) no hay estación del año en que no anuncien alguna nueva medida restrictiva para, supuestamente, bajar la siniestralidad y cuidar de nuestra necesaria salud (los muertos no puede pagar impuestos o multas, por el momento). 

La última “gran ocurrencia” es, como sabéis, los llamados radares por tramos. Con esta medida, de progresar y generalizarse, si seguimos con nuestros hábitos actuales, no hay Dios que se salve de ser sancionado antes o después. Los que no fumamos no nos pararemos a mitad de recorrido para bajar la media mientras echamos un piti por lo que tendremos que buscar otra excusa. Además, tendremos que saber dónde están colocados o bien rodar en segunda todo el rato o, ya puestos, hacer muchas paradas, absurdas casi todas, para bajar las medias, por lo que seremos perfectas paradojas del tiempo que nos está tocando vivir: los viajes volverán a durar muchas horas a pesar de la seguridad que ofrecen nuestras modernas monturas y de las, en general, magníficas infraestructuras viales que pagaron los fondos europeos de hace algunos años. Al mismo tiempo los viajes se volverán, además, algo más peligrosos: estaremos más pendientes del velocímetro que de la carretera y el tráfico (algo que ya pasa ahora pero todavía peor). Perdonadme si digo cosas obvias pero parece que no lo son tanto para los que mandan. Si el futuro para viajar en moto pasa también por esta medida de "velocidad controlada" tú me dirás qué hacemos. Manchar las matriculas con barro funciona casi siempre. Quizá sea la solución... salvo que te paren, por supuesto. Sí, otra opción, la opción "DGT" es ir de legal en todo momento. Pero rodar tan despacio, en la mayoría de los casos, nos puede despistar y será, como he dicho antes, bastante peligroso (por desgracia, también lo sé por experiencia). Así que... en todo caso, entre mirar posibles radares ocultos o móviles, controlar el velocímetro si nos proponemos "controlarnos", el tráfico rodado y, de paso, ir calculando donde están estos tramos de “velocidad” viajar será una tarea asfixiante y peligrosa. 
 
Basicamente, seguimos con límites de velocidad establecidos en los años 70 pero ni las vías actuales ni los vehículos son los mismos... ¿nunca valorarán esa realidad? Se apoyan en su cacareado éxito: las estadísticas demuestran que las medidas funcionan y hay menos muertos... pero, claro, pocas veces se alude a la manera que tiene la DGT de maquillar sus estadísticas, en función de sus intereses. Cada dos por tres cambian la manera de contar los muertos, por ejemplo. Si falleces como consecuencia de un accidente pero han pasado x días tal vez no aparezcas en el balance. ¡Y este es solo un ejemplo! El papel lo soporta todo me dijo un jefe una vez, qué razón tenía. Muchas veces digo, medio en broma/medio en serio, que, a este paso, vamos a llegar a los tiempos de “Mad Max”, entendiendo por ello un hipotético futuro donde rodar será practicamente ilegal, dónde acelerar o disfrutar de la velocidad será considerado delito. Habrá circuitos y negocios para saciar el hambre pero será algo demasiado eventual para muchos amantes de los puertos de montaña. A la mínima, seremos perseguidos por las autoridades y, visto que nos embargaran las cuentas, nos tocará volver a la tienda de campaña y el petate. Además, ya puestos a elucubrar, ante la futura crisis de los combustibles derivados del petróleo, y el auge de las motos eléctricas y la moda “ecológica” que nos invade ya (cómo si la electricidad fuera muy ecológica, ja,ja) parte de nuestro tiempo nos lo pasaremos, los más chapados a la antigua, dando vueltas como buitres, buscando y robando gasolina, antes de dar con nuestros huesos en cualquier cárcel donde los nietos políticos del Pere nos quieran hacer tragar toda su verborrea hipócrita. 


Mientras tanto, a los borrachos reincidentes que conducen o a los que atropellan a un peatón, sin carnet, sin seguro, y se da a la fuga, a esos apenas les castigarán y se irán pronto a bailar a otra plaza. Quizá hablar del escenario apocalíptico de "Mad Max" sea una fantasía pero, tal vez, de llegar a algo parecido, ese extremismo demuestre nuestra verdadera naturaleza, la suya y la nuestra. Por fin serán o seremos una inadaptados formalmente establecidos. Viene todo esto a colación porque, en ocasiones, uno no puede evitar pensar cómo viajamos actualmente y cómo lo hacíamos hace, por ejemplo, 20 años. Si vamos a tener que seguir a 120 km/h como velocidad máxima resulta que estaremos haciendo viajes a unas medias cercanas a las de entonces, qué paradoja más cínica. Y ya puestos a comparar... si antes Carla te recordaba que el casco era la única prenda obligatoria en moto (la frase del anuncio de cascos Bieffe era algo así) ahora vamos, casi todos, con unas pintas dignas de los más grandes campeones. Que no digo que esté mal, ojo, pero cuando voy a salir con la moto, a veces, parezco una mujer antes de una cena chula: ¿qué me pongo hoy, cariño?, ¿cordura, o tal vez cuero? ¿o tal vez la chupa de cordura de verano, que el cielo está muy azul? uy, pues no sé, ¿y qué botas me pongo a juego? (risas por favor). Cómo cambia el cuento, qué curioso es tener tantas opciones... antes eso no pasaba. ¡No digo que sea malo, pero sí curioso cuando recuerdas tiempos pasados!


Y si seguimos comparando... Si antes rodábamos con motos que a veces te dejaban tirado o te retrasaban un poco debido a alguna anécdota mecánica ahora eso es practicamente imposible... si antes se paraba cualquier desconocido para preguntarte si estabas bien... ahora, los cachondos, tocamos el claxon pero rara vez paramos, ¡mal hecho, pero seguro que está mirando un mapa, perdón, un puto GPS, para qué voy a parar! Las máquinas de la era de Terminator nos gobiernan, camaradas... si antes mirabas y veias una moto sencilla donde la electrónica apenas se presentía y el número de CVs estaba formado por dos cifras, ahora miro mi moto y veo que es un pepino increíble, más potente que las motos que llevaban Lawson o Rainey, ¡¡toma ya!!, con tantos CVs que sobran la mitad (como poco) al 90% de sus propietarios, yo el primero... y con tanta tecnología que más que una moto se asemeja a un pequeño cohete de la NASA en formato "dos ruedas". Claro que a nadie le amarga un dulce y estas motos modernas son una auténtica maravilla que nos hacen disfrutar... de otra manera.
 
¿Afortunadamente?, casi todas estas maravillas benefician nuestra seguridad y comodidad, esos dos grandes conceptos que merecen varios post dedicados. Intentamos no perder la esencia pero a veces la vida fácil nos lo pone dificil. Es curioso comparar nuestros trapitos, nuestras motos actuales, nuestras carreteras (salvo por los guardaraíles, suficientemente buenas) y nuestras pequeñas costumbres con las que teníamos antes, fruto, sin duda, de las circunstancias y del nivel de vida que llevábamos. Seguro que valorábamos más cualquier detalle porque nos costaba algo más conseguir las cosas. ¿Cuestión de actitud también? sin duda, o, al menos, así lo veo yo. 


Como ejemplo, os voy a contar uno de los viajes más pintorescos que he vivido. Fue a las 24 Horas de Montjuic, corria el año 1983. Una historia para recordar porque la actitud motera, en general, era otra (o eso creo). Era mi segundo viaje a las 24H pero esta vez no íbamos en Vespa sino en una flamante Guzzi 850. Yo iba de paquete, claro, tenia casi 11 años. Con nosotros venia un amigo, Rafa, con una de las primeras BMW K100 y otro amigo, José, con su hijo, José Jr, de paquete. Rafa era un motorista, digamos, elegante y tranquilo, una buena persona, todo un gentleman. Los dos Pepes eran apasionados, sinceros, unos quemados de cuidado pero, habitualmente, demasiado temerarios y, para rematar el cocktel, tampoco salian mucho con la moto, lo suyo era las salidas de los domingos, poco más. Tal vez este era, incluso, su primer viaje largo. Eran especialistas en "destripar" motos, hacer motocross y arreglar coches (ese era su oficio, mecánicos). Apreciábamos a todos, por supuesto, pero, aunque a toro pasado es fácil adivinar las cosas, lo raro hubiera sido que no hubiese pasado algo en ese viaje. Salimos prontito después de desayunar fuerte en algún bar cercano a Madrid que ya no recuerdo. Yo iba con mis tejanos (el año anterior vestia mis pantalones de cross y las botas, ahora iba más “turístico” y cómodo) y con una chupilla. Mi padre con su habitual barbour inglés, el auténtico y sus botas de tres hebillas (las que todavía lleva, bueno, son otras, pero del mismo tipo). Ellos iban por el estilo (pocas monos o chupas de cuero veíamos entonces). Por aquellos años la autovía A2 no existía, claro, pero íbamos muy felices. Otra diferencia: demonios, ahora hay autovías hasta para ir a mear a las afueras del pueblo. Los viajes entre Madrid-Barcelona no solían durar 5 o 6 horas como ahora, sino casi el doble o más, y no pasaba nada, era lo normal, ¿qué queríamos? si, total, circulábamos, normalmente, a 130/140… esta vez un poco más porque, diantres, se me ha olvidado comentaros que nuestro amigos Josés, aparte de ser cómo os he descrito, iban con una bomba bajo los culos: una auténtica y explosiva Ossa Yankee 500, ¡¡lo que les faltaba!! 
 
Mi padre ya me avisó que tendríamos que ir con prudencia, que era un viaje largo, que mejor nos lo tomáramos con calma. Sí, menuda calma. Todo iba tranquilo hasta que, justo en las curvas cercanas al pueblo Arcos del Jalón (a mitad de camino entre Madrid y Zaragoza) nuestro compañero José (que iba a cola casi todo el rato) nos hace un exterior de infarto a las dos motos. El suceso no hubiera llegado a más si no hubiera querido adelantar también, en la misma maniobra, un autobús militar que nos precedía. Quizá para dejarnos el “doblado” y ganar unos cientos de metros, no lo sé aunque me lo imagino. La apuesta salió mal… cuando estaba a mitad de la maniobra, delante de nosotros, vimos llegar un camión que se acercaba por el carril contrario. Imagino el shock que debió suponerle al piloto de la Yankee. Lo siguiente que vi fue como un cuerpo rodaba y giraba por el suelo y como una moto rebotaba sin control de un lado a otro. A pesar de la espectacular coreografía tuvimos muchísima suerte. Había aparecido La Virgen y todo el elenco celestial: por fortuna, dio la casualidad que su hijo iba ese tramo de pasajero en la K100 de Rafa. Quizá esa eventualidad le salvó la vida porque, su padre, la salvo milagrosamente, entre las ruedas del camión y del autocar, girando en el suelo, hecho un ovillo... 
 
Obviamente, paramos angustiados (casi se nos cae la Guzzi con las prisas) y recogimos a José que, como podéis imaginar, no le llegaba la camisa al cuello. Había nacido otra vez, sin exagerar. Los conductores no se explicaban cómo podía haber salvado la vida nuestro compañero de viaje. La moto no quedo muy mal por lo que proseguimos al poco rato (¿“igualito” que ahora?). No dio tiempo a que llegará la Guardia Civil ni nada por el estilo. El tráfico estuvo cortado apenas quince minutos, no más. José no estaba lesionado y la moto solo tenia alguna maneta doblada. Proseguimos nuestro camino a un paso de tortuga digno de los dirigentes de la ONCE (con perdón). Pero el show no había terminado. Algo después, pasado Zaragoza, esa misma tarde, íbamos Rafa y nosotros abriendo camino. De repente escuchamos el claxon de un R5, cada vez más insistente. Además, no paraba de aproximarse mucho. Acelerábamos y el R5 también lo hacia. Llego un momento en que, hartos de esta situación, dejamos pasar al coche y le hicimos una seña con la mano para “despacharle”. 
 
El coche aceleró pero no nos superó. De pronto, el copiloto del R5 bajó la ventanilla, casi en paralelo a nosotros, y nos dijo, gritando, que nuestro “compañero se habia quedado parado en una curva”… Un escalofrío nos recorrió el espinazo. Dimos la vuelta y, algo después, encontramos la Yankee parada en un saliente de la carretera con su piloto sentado y medio pálido. ¿Qué habia pasado ahora? Pues que en un tramo anterior, al ir a cortar gas antes de una curva la Ossa siguió igual de rápida. Las campanas de los carburadores no habían bajado, se habian enganchado, ¡pedazo susto!, problemilla que pasaba de tarde en tarde en las motos de la época… Al llegar a Lérida (si no recuerdo mal) cansado de tantos contratiempos nos pidió ir por la de peaje. La moto la llevo su hijo con él detrás ya hasta Barcelona. Creo que después del último susto nuestro amigo debió maldecir la hora en qué decidió venirse a ver las carreras. Bueno, verlas verlas… no las vio mucho porque en Barcelona visitaron a un familiar. De paso, aprovecharon para descansar y recuperar masa corporal (imagino). 


Por la noche sí pasaron por el parque para alucinar con los pilotos de la 24 Horas y sus luces amarillas. Habiamos montado las tiendas de campaña dentro del trazado, antes de que lo cerrasen, cerca del viejo estadio, como siempre. Ahora pocas veces llevamos la tienda de campaña en la moto, quizá otra diferencia notoria: ¡pasa el tiempo y nos aburguesamos, camaradas (jajajaja, ¡no me refiero a que comamos muchas hamburguesas, eh!) algo habrá que hacer, quizá un viaje en ciclomotor a la China para volver a los origenes! Termino ya de daros el tostón. Cómo decía esa canción, "como hemos cambiado"… ya ni el París-Dakar es lo que era, se han cargado las motos de carreras tal vez más equilibradas y bellas de la historia (las dos y medio de dos tiempos), el circuito de Assen lo estropearon, los motores de gasolina parecen que están sentenciados... ¿a dónde vamos? 

Tal vez nuestros nietos nos recuerden como una especie de ciudadanos delictivos, de alocados individuos que conducían vehículos de peligrosos motores de explosión, por arriesgadas carreteras y autovías, con malos hábitos (aunque parezca una fantasía... ¡¡disfrutaban acelerando en una recta e inclinando en las curvas sobre vehículos de dos ruedas!!), etc, etc, en suma, como una especie de irresponsables "bárbaros del pasado". Total, vivimos en un país donde el concepto de velocidad está criminalizado, basicamente. Si es así... creo que esa sociedad futura habrá tocado fondo. 
 
Aunque es del todo intrascendente, ahora recuerdo que ese año, en ese viaje a Montjuic, me “enamoré” por primera vez de una motera (una preciosa mala costumbre que a veces sucede). Era la hija de un amigo de Rubí, dueño de una flamante Honda CB750 Bol D’Or. Ella era una chica bellísima, morena y simpática, algo tímida pero muy sagaz. Se llamaba Katya, me sacaba como 4 o 5 años pero me daba igual. Mientras esperaba su visita, sentado en el Angulo (de Miramar), dieron las tantas de la noche y me quedé dormido. Cuando desperté mi padre me contó que ya habia estado ella allí para despedirse y que ya se había ido a su casa. Lógico. Jamás volví a verla... (¡estaría cojonudo que gracias a esta entrada la localizara!). Mientras miraba pasar, por el Estadio, la Ducati de Mín Grau y demás fauna japonesa no pude evitar desear ser más mayor. Para estar con Katya y poder ser corredor de motos. Sí, algunas cosas no han cambiado casi nada, amigos.


¿Por qué nos gustan tanto las Road Races?

Hace dos domingos disfrutamos de lo lindo en La Bañeza. Como todos sabréis, celebraban además su 50 aniversario, casi nada. Volvimos a un circuito de verdad aunque esta última coletilla puede provocar un buen saco de críticas… Todo ello me lleva a reflexionar por qué, a muchos, nos gustan tanto las llamadas road races…

He puesto la foto que hicimos con un viejo amigo de mi padre, compañero de taller, carreras, viajes en Vespa y mil aventuras más, Angel del Pozo, subcampeón de España de 125 en el 1977 y ganador de la prueba un año antes en 125cc. Gente que, en los sesenta, usaban los bordillos de peralte... sí, aunque alguno no se lo crea o se ria de las motos de antaño llamándolas "cortacespeds". Así que ponte tu a decirle a esta gente lo que es o no es una pista segura ja,ja

Lo dicho, pasamos una agradable jornada escuchando tanto tubarro, oliendo el ricino de las viejas motos, tan cerca de los pilotos que casi notabas su sudor... No había pantallas gigantes de televisión (lo único que nos salva de perdernos las carreras cuando vamos a un circuito moderno, la verdad) pero no hacian falta. Estuvimos como patos en el agua junto a los amigos del Team Moclava de Valencia. Desde aqui un saludo para todos ellos. Tuvieron problemas pero dejaron el sello. Los que llevan gasolina en las venas no se rinden facilmente.


En aquellas calles del pueblo que deja el ayuntamiento para montar los boxes lo pasamos de vicio. Ya no se ven cosas así, claro pero, para los que no lo sepan, hubo un tiempo en que, en España, desgraciadamente, no había alternativas a correr en peligrosos circuitos urbanos… en pueblos, ciudades o polígonos industriales, en Jerez, Guadalajara, Cullera, Xátiva o en La Linea (Cádiz)… Luego se construyeron dos circuitos permanentes, uno en la capital, otro cerca de Barcelona… Jarama y Calafat sustituían, hasta cierto punto, a la “generación” anterior, a los circuitos del parque del Retiro en Madrid y el mágico circuit de la montaña, Montjuic, en Barcelona. Creo que fue una gran noticia contar con esas dos pistas tan emblemáticas. Pasaron los años y, en gran parte, gracias a los triunfos de la generación de pilotos de los 80 (Sito, Aspar, Cardús, Garriga, Champi, etc) se construyeron formidables circuitos como el de Cataluña o el de Ricardo Tormo en Cheste. Sin duda, más buenas noticias, sobre todo para esa gran afición que linda con el Mediterráneo. Sito Pons fue un abanderado de dejar de correr entre bordillos y farolas. Pocas participaciones del mundialista en Montjuic, por ejemplo. Bueno, si no recuerdo mal, un par de ocasiones, con la experimental BMW K100 del añorado Antonio Cobas en las 24 Horas. No fueron buenas carreras, además, no era el ambiente de Sito. Un piloto con una proyección e inteligencia que, pronto, le empujaron a salir de España y reivindicar trazados permanentes… pero que nadie se equivoque, Sito, corrió, y mucho, por trazados urbanos al principio… durante muchos años no había otra opción.

A nivel internacional, quizá la hipotética "frontera" entre esos trazados y los modernos circuitos donde se empezaba a velar un poco más por la seguridad de los pilotos, fue a finales de los setenta, quizá incluso en el mismo año, 1977, cuando el TT de la isla de Man y Montjuic ya no eran carreras puntuables para el Campeonato del Mundo. El TT... ¿qué mejor ejemplo? ¿Cuantas historias, controversias y debates ha suscitado esta carrera? Durante décadas miraron nuestros ancestros, y luego nosotros, hacia la carrera más dura y famosa del mundo, sí. No voy a centrarme hoy en el TT pero pienso que todos estaremos de acuerdo en decir que es la máxima expresión de algo que vivimos en la Bañeza el pasado 9 de agosto. A pesar de todos los circuitos permanentes que ahora tenemos, a pesar del llamado progreso, a pesar de todo eso... hay sensaciones únicas.

Fijaos en esta foto tomada el otro día, allí, en las calles-boxes de La Bañeza. Aparte de Alvaro Bautista y de mi padre, hay otro piloto en la imagen, solo algunos lo reconoceran. El de la barba, corrió en la isla de Man.. Por lo visto (yo no podría asegurarlo) es el famoso Toni "Bayeta" del bar Paddock de Barcelona. El que corrió sin suerte, y sin apenas medios, en el 2004 con una R6 en la isla de los gatos sin cola, ¡otro privado valiente!


Al margen del riesgo evidente que supone circular con motos de carreras por estrechas calles, rodeado de edificios, farolas, bordillos y público, desde el punto de vista del espectador no hay comparación posible. Hay más motivos pero este es importante. Todavía es difícil encontrar alguien que afirme que disfruta más en un circuito moderno. Otra cosa son las carreras o los pilotos que vayas a ver, ¡claro!, aunque en mi caso, desde luego, no pongo a ningún “bando” por delante de otro. Para mi los héroes del T.T. de la isla de Man son eso, héroes, y de carne y hueso, ejemplos vivientes de la superación personal, conductas ejemplares de lo que es capaz el ser humano en pos de una pasión. Desde el punto de vista de los participantes dicen que la sensación es inigualable, imposible de sentir en un circuito permanente. Todo esto unido a la tradición y habitual flema inglesa, en suma, otra mentalidad, otras sensaciones, otro mundo dentro del mundo de las carreras. Lo sucedido en la NW200 el año pasado con Michael Dunlop es un buen ejemplo de lo que intento decir (ganó la prueba de 250 dos días después de perder a su padre, Robert, en los entrenamientos de 125cc). Lo peor es que dicen que están locos… pero unos locos no terminarían ni una vuelta al trazado de la isla.
La pasión pura por la competición, por la moto, por la carretera, por la velocidad... una “foto” gigante y aumentada varias veces de los mismos ingredientos que saboreamos los humildes paquetes que, a nuestro paso, cruzamos los “circuitos” de montaña de nuestro entorno, subiendo puertos o atravesando valles sinuosos. En esos paisajes es la naturaleza, casi siempre, la que marca el trazado. Los viejos circuitos como el Jarama también se rendían a la orografía del terreno. Allí tenemos esa magnífica rampa de Pegaso como gran ejemplo. Los ordenadores no diseñaban todavía los circuitos. Parece una tontería pero no lo es, se nota la diferencia.

Además, otro detalle: es curioso… la primera vez que entré en el precioso circuito de Albacete me volvió a pasar. No lo hago deliberadamente, que quede claro. Me pasó que, enseguida, me pareció una pista corta. Bonita pero corta. Y no es que no haya faena o no hagan falta días para saber hacer una vuelta realmente bien… pero no es eso…es que... ¡enseguida volvias a la misma curva!

En el otro extremo, tengo en mi retina (en mi memoria no porque todavía no he pisado la isla) una vuelta a la isla de Man. Mike Hailwood, en su regreso a la isla, dijo que no había carrera más grande que aquella. Santiago Herrero opinaba igual. Agostini no era tan efusivo pero ganó 10 carreras y, como él dice, sigue vivo. Cuando murió su amigo Parlotti dejo de correr en la isla. La era moderna, el marketing, el dinero, la televisión, la seguridad (terrible concepto porque es difícil de medir), el avance de la tecnología, todo, ha causado que solo en el seno de la afición más grande del mundo, la inglesa, mal que nos pese, todavía se generen con profusión y organización estas competiciones.


Pero me salgo del asunto… tengo que contestar a una pregunta. ¿Por qué nos gustan tanto estas carreras?

1) Porque conservan la esencia de las verdaderas y primigenias competiciones de motos… no corren prototipos… detalle importante. La idea que todavía acompaña a muchos viejos aficionados y quemadillos de este mundo era y es: preparar tu moto de todos los días para correr en cualquier carretera de pueblo el fin de semana. Así como suena… aunque en estos tiempos suena a anacronismo. Y suena así porque lo es, ese concepto ya no existe. En todo caso, desde casi el principio, era lo normal. Así nació el concepto de “Trofeo de Turismo”, nada de prototipos, motos “derivadas de serie” (como se diría ahora). ¡Ojala pudieramos disfrutar los aficionados de algo así en la actualidad, con la de quemadillos que andamos sueltos por este perdido mundo!
Esa esencia, aunque lejos de lo que pasaba hace décadas, todavía pervive, más o menos, en las llamadas road races aunque también compiten categorías de prototipos puros de carreras (125 o 250 cc de dos tiempos, por ejemplo). ¿No os gusta cotemplar motos parecidas a las vuestras? A mi me encantaba ver en las revistas la RC30 de Joey Dunlop y luego la preciosa RC45… y al final de su vida la VTR roja con la que gano en el 2000 su último TT. Cuando veía o veo las NSR de Gardner o la M1 de Rossi pues… me gustan, y entiendo que son lo más de lo más pero mi vista se vuelve, casi sin querer, a la R1 de Spies o a la Ducatona de Haga. Y que nadie entienda esto como una crítica de MotoGP o los pilotos famosos. Para mi, como he dicho antes, ambos “bandos” son igualmente respetables y admirables. Y digo “bandos”, esa palabra tan fea, porque por culpa de los contratos y la mentalidad generada durante las últimas dos décadas creo que será imposible encontrarnos con otro caso tipo Fogarty, por ejemplo, un tipo que podía saltar de un ambiente a otro sin problemas... hasta que se lo prohibieron, claro. Ya lo dijo hace dos meses Rossi en la isla. Le gustaría dar más vueltas pero no correr. “Algo” en su interior se lo impide... Tal vez, solo tal vez, hace treinta años, con motos que, de punta, corrian practicamente igual que su blanca R1, pero que eran mucho más fragiles e inseguras Rossi no hubiera pensado que era un "crimen" disputar el TT o la NorthWest200.

2) Porque el contacto con la competición y sus protagonistas es más directo, más humano, más ameno. Bueno, también influye que si te “criaste“ entre pilotos, talleres o paseando por los boxes de trazados urbanos cualquier hospitality moderno te parecerá distante. Las carreras de motos ofrecen mucha riqueza, muchos ambientes, mucha pasión... y la de los boxes es otro plato del menú que hemos perdido.

3) La camaradería y solidaridad entre los corredores todavía se percibe bajo las carpas. Esto se irá perdiendo poco a poco… en el campeonato del mundo de SBK también se notaba hace unos diez años o más... se suele decir que los campeonatos, las carreras, se van profesionalidad, lo cual no es nada peyorativo pero, por el camino, se sacrifican ciertas virtudes, ciertos gestos entre caballeros... El progreso ese…

4) Las carreras son mas complicadas, largas y duras. Por eso también me gustan más las road races. Joey Dunlop y docenas de otros pilotos míticos nos enseñaron hasta donde se puede llegar con una moto de dos o tres ruedas… ¡pero, ojo, emularlos es peligroso! Eso sí que seria falta de seguridad, no estamos preparados, sencillamente. Dicen que antes los tipos eran más duros... tal vez sea verdad pero entrar en nostalgias es peligroso porque tendemos a exagerar. Aún así, debo confesar que soy de la opinión que sí, que aunque me fastidia decirlo, creo que esos pilotos eran más duros que los actuales. Algunos como Santi Herrero, muchas veces, conducian sus coches por la noche para ponerse el mono y correr por la mañana. Sin comentarios.

A veces no entiendo por qué esas caras de desaprobación, incluso dentro de nuestro “gremio”, cuando se habla de este tipo de carreras. Por supuesto, alguno dirá que el progreso debe conducirnos a mejorar todos los aspectos, principalmente, la seguridad de los pilotos. No seré yo quién desapruebe cualquier mejora pero, al mismo tiempo, intentó mantener los pies en el suelo. Por poco que reflexiones, ves que montar en moto, incluso circular en moto hacia el trabajo, implica ciertos riesgos. Obsesionarse con evitarlos será siempre una batalla perdida. Si encima hablas de competición debes recordar que el riesgo es y será implícito, más alto, más caro. Prohibir carreras o llamar loco a pilotos profesionales por el simple hecho de que no salen en las revistas o en la tele no parece la solución, tampoco parece justo o razonable. Al menos mientras la moto y el motorista sean lo que entendemos ahora mismo habrá caidas y tragedias. Sucedieron y suceden en cualquier parte, en la parabólica de Monza, en Suzuka o en las autopistas que rodean nuestras ciudades...

Es curioso cuando se intenta, además, criminalizar la velocidad. También el riesgo va en función del talento del piloto. Cuantos por nuestras carreteras, con sus coches o sus motos, a 90 km/h son más peligrosos que otros "locos" a 150. Carl Fogarty, su amigo Hislop, el gran David Jeffreries o el irrepetible John Surtees eran más rápidos en moto que millones de mortales pero también más seguros. Aún así hay quién se atreve a faltarles el respeto y llamarles “locos” por atreverse a correr en estas carreras. Me fastidia todo esto porque, entre otras consecuencias, todo esto desemboca en que, incluso en una revista especializada que no sea británica, apenas encuentras noticias o reportajes sobre estas competiciones.

En definitiva, creo que ya somos mayorcitos todos para saber dónde nos metemos. A ninguno nos obligan a subirnos a una moto. A ellos, que yo sepa, tampoco. Qué menos que nuestro respeto.

No es justo ni sano satanizar lo viejo, tampoco lo moderno. Me gustaria que todavia se hicieran carreras por tramos de carretera cerrados de manera organizada y habitual, como los rallies de coches... De nuestra zona, Madrid, ¡cuantos hemos soñado con hacer algo así por Gredos! o por la viejas rutas de carreras, subir por Galapar hasta la famosa Cruz Verde. Y ya puestos, que esas carreras estuvieran abiertas a motos menos preparadas, a presupuestos menos estratosféricos... que la mentalidad de muchos se ajustará a una vieja realidad: no necesitas motos de "10000" CVs para correr.


Como no creo que se logre llegar a esta dualidad de carreras seguiremos mirando con envidia las que se celebran más allá del canal de La Mancha. Lo dicho, carreras de "locos" en sus locos cacharros. También nos llamarán locos a nosotros pero … ¡vivan las road races!

"Las cuatro ruedas mueven tu cuerpo, las dos ruedas mueven tu alma"

Viaje a Assen '09 (última parte)


Sí, ya estábamos en la zona del mítico Nurburgring, a poco más de 400 kms. de Assen, hacia el sur.

Como muchos sabréis, aquí están el viejo y el nuevo circuito. El viejo trazado tiene mucha historia (¡qué se lo pregunten a Angel Nieto, por ejemplo!), tanto automovilista como motociclista. Este viejo circuito de ¡¡22 kms!!! ha visto grandes victorias, memorables luchas y alguna que otra tragedia. Está ubicado en el suroeste de Alemania, al sur de Koln y Bonn, enclavado en un paisaje de bosques de ensueño (me recordó a la ubicación de Spa-Francochamps en Bélgica, que no pilla muy lejos por cierto, justo al oeste de Nurburgring).
Comenzamos la visita alojándonos en un lugar irrepetible, el hotel racing que hay enclavado justo en el circuito moderno donde corren las SBK y la Formula 1. Esto es lo primero que os puedo contar de interés: si alguna vez tenéis pensado acudir a esta zona lo más recomendable es dormir en este hotel donde tanto el bar como el comedor o cualquier pasillo están decorados con miles de fotos, posters, recuerdos, dibujos y detalles que evocan su pasado glorioso. Por ejemplo, el salon-bar del hotel está justo pegado a la recta de meta del nuevo circuito. El domingo por la mañana tuvimos la suerte de ver la salida de una prueba de resistencia (toma ya, eso antes de desayunar, para empezar bien el día). Tampoco es excesivamente caro, lo pagas a gusto. Ahí no quedaba la cosa, claro. Una vez sales del hotel puedes acudir al circuito viejo que está bastante cerca.
Llegamos al viejo trazado a eso de las 11h00 y era domingo. Os podéis imaginar que había mucha gente. Yo pensaba que iba a ser un pequeño caos y una lata esperar para entrar pero es Alemania y allí todo está muy organizado. Piper gestionó las entradas a la pista (solo te piden llevar ropa con protección) y, por una vuelta, nos cobraron 22 euros por moto. La idea que teníamos previa era dar dos vueltas, una tranqui y otra más rapidilla. Al final solo dimos una vuelta, lástima, por lo que cada uno se lo tomó como quiso. Motos vimos de todo tipo. Pepinos modernos, antiguos, preparadas, de serie, casi todos alemanes por lo que reconocí. Pero si con las motos flipas con los coches se nos cayó la baba: parecía que los Porsche GT2 y GT3 los regalan por esa zona con la compra de una bolsa de patatas fritas. Sobra decir que por las carreteras del entorno se ven mogollón de bólidos con matrícula. Muchos de esos bólidos los vimos en el circuito. También algún Corvette, Mercedes y varios BMW M3 y M5 blancos que, por lo que me enteré, son de la organización del circuito e, incluso, hacen de "taxi" para los valientes que se atrevan a ir de copiloto en esos cochazos.
Bueno, como iba contando: sacas tu pase y te colocas en una cola para salir. Hay una barrera como la de los parkings pero, aquí, cuando esperas a que te abran, te da la sensación que vas directo a la boca del lobo. Se mezclan bólidos y motos por lo que la emoción está asegurada. Bueno, emoción y cualquier otra palabra que queráis añadir. Yo salí con mi baúl y bolsa de deposito; bueno, la verdad que creo que ninguno quitamos ningún apaño a las motos aunque Santi y Oscar entraron a zumbar un poco. Pues nada, ahí estamos, salimos disparados y comenzamos a disfrutar de lo lindo, unos corriendo, otros mirando para no perder detalle de la pista.
Alucinas porque ves que el trazado es, como te habían contado, un pequeño "infierno verde" ya que está lleno de desniveles (¡qué bonito...!), pero no tres o cuatro, sino muchos más toboganes de infarto... y la mitad de las curvas son ciegas, ese es el mayor peligro. Hay rasantes que terminan en curvas ciegas a derechas. En uno de ellos, incluso yo que iba pisando huevos, casi me hago una coladita de libro. Claro, si te sales ten ojito porque eso de las escapatorias no existen, ¡y no es broma! Afortunadamente, hay controles con sus banderitas pero ayuda poco a calmarte ya que, la mitad del tiempo, vas mirando por tus espejos. En este circuito sí que es muy recomendable llevarlos puestos y mirar de vez en cuando, sobre todo si viene dos coches picados justo detrás de tu culo. Yo iba algo pendiente, esperando que cualquier Porsche o M5 me fundiera. Así fue. Afortunadamente, lo hacían a tanta velocidad que no daba tiempo a sufrir mucho. Los M5 blancos en particular entran cruzados y derrapando y no precisamente a 160. En una curva a izquierdas en bajada me pasa uno de ellos a toda hostia sacudiendo el "silencio" que se respira mientras te aproximas a la próxima curva. El asfalto tiene algo de grip, en eso estuvimos de acuerdo, pero no daba mucha confianza: esta lleno de pintadas, algún parche y varias curvas rizadas por no hablar de los pianos. Pero bueno se supone que era una vuelta de "reconocimiento". Más o menos a mitad de camino, de repente, te encuentras con la Historia: de pronto llegamos al famoso y mítico "karrusel", una curva con peralte de izquierdas donde han sucedido todo tipo de lances durante el siglo pasado. Bien, yo llego con mi fazer rutera y tuve un segundo para decidir si hacerla por abajo o por arriba. Por abajo es hormigón color crema y viejo, por arriba es asfalto negro y parece más "amigable". Vistas las ganas de no hostiarme a casi 2000 kms de casa opte por lo fácil: por arriba, mientras por abajo se metía un cabrón de Lamborghini o lo que fuera medio cruzado. En resumen, ¡como se nota que este circuito no lo han diseñado con un ordenador! Aquí te pillo y aquí te...
Creo que este circuito tienes que conocerlo al menos un día entero para rodar rápido aunque la gente que está apostada en sus tribunas naturales o en cualquier curva está con la cámara de fotos en mano seas novato o experto. A Santi le sacaron varias fotos. Deben haber quedado chulas aunque dudo que las veamos alguna vez. Imaginaos una fireblade 900 rozando rodilla y con las alforjas balanceándose detrás, ¡gran instantánea! Sin duda, es de esos sitios dónde piensas al irte... ¡volveremos!
¿Qué más os puedo contar? Aparte del precio habitual de la gasolina en Francia y de los numerosos peajes, no nos ha parecido un viaje caro. Hemos comido algunos días medio mal, otros bien, alguno muy bien… alguna noche alojados en un simple Formule1, otras en hoteles decentes… Casi todas las jornadas las terminábamos más tarde de lo previsto por lo que era difícil encontrar un sitio abierto para cenar. En total, seis días, 5000 kms para los madrileños, unos 1000 menos para los “polacos”. Lamentablemente, Santi y yo no pudimos quedarnos el lunes a dormir en Barcelona, tal como estaba previsto. Desde casa los niños nos echaban de menos... Si, esos peques que te quitan “un segundo por vuelta” normalmente… Era domingo, llegando a Lyon, cuando decidimos que el lunes tendríamos que doblar los kilómetros previstos para llegar a Madrid un día antes. Así fue, 1250 kms pero a un ritmo endiablado, debo reconocer, disfrutamos de lo lindo. Llegas a ese “estado” en que da igual cuantos kms. lleves acumulados.
Destacar dos momentos más de esta última etapa: el encuentro fortuito, en una gasolinera cercana a Girona, con varios moteros de Barna, Isma y Eduardo. Nos volveremos a ver por ahi, estoy seguro. Y, por último, pero no menos importante, la agradable comida que compartimos con Marta en el pueblo de Montblanc. Fueron un par de horas estupendas junto a ella, una tranquilidad y una paz que casi nos conducen a una siesta en la terraza de turno.
Ah, un último recuerdo gracioso: en el hotel de Lyon cogimos el pequeño ascensor con los tratos en las manos y nos quedamos encerrados cuando el pobre ingenio intentó subirnos. Normal, eramos cuatro tíos y luego se metió el cabrón de Oscar, total cinco maromos sudando y cargados de equipaje y cascos... ¡vaya sensación, ¿por qué nunca nos quedamos encerrados con una rubia?! Al final pudimos forzar la puerta y salir corriendo hacia las habitaciones por la escalera, vamos, como niños pequeños, ja, ja

Por último, agradecer a todos los compañeros de ruta su compañía, su caña, su sentido del humor, su gran afición y su buen hacer en la carretera, así da gusto viajar. No diré que todo fue perfecto, eché de menos más charlas nocturnas y algún que otro baile pero, bueno, este viaje lo recordaremos toda la vida, ojala volvamos otra vez por esas tierras, tal vez incluso repitamos el próximo año, ¿por qué no? quedaron muchas cosas por ver... Un beso para las princesas del asfalto, Piper, Ana, Raquel, Elena... y un abrazo para la “sección” masculina, Oscar, Angel, Santi, Sam, Antonio y Carlos. Nos vemos en la carretera o en los bares.

Viaje a Assen '09 (parte IV)

Sábado 27: Etapa Assen-Nurburgring (413 kms).

Madrugamos bastante pero el intento es estéril: el comedor no abre hasta las ocho por ser sábado, vaya casualidad. El desayuno es todo un lujo. Nos acoplamos en una hermosa mesa redonda que parece estar resevada para nosotros. Queremos llegar pronto al circuito pero no lo conseguimos hasta las diez de la mañana. El día, a esas horas, está fresquito. Miro las nubes pero no parece que vayan a descargar. Veremos. Descubro que el supuesto caos para acceder a la pista no lo es. Vamos despacito pero en orden y más o menos fluidos. Entramos al parking y descubrimos una pradera verde gigantesca donde las motos están aparcadas en orden, perfectamente alineadas, increíble. Cuando encontramos un buen hueco nos metemos y descubrimos que, en el suelo, hay una fila de asfalto estrechita, sin duda para apoyar las patas de cabra, ¡qué detalle!, consiguiendo así esas hileras ordenadas de cientos y cientos de motos en fila.

Al llegar a uno de los accesos de entrada vendemos las entradas que nos han sobrado al final. Tres en total, la entrada reservada para Marta (que al final no vino), la de Santi y la mía. Como dije, gracias a su padre, en el último momento, conseguimos dos entradas para la tribuna TT World, en la zona de curvas pasado la recta de meta, un buen sitio. Nos acercamos a una de las filas y enseñamos las entradas gritando más o menos "For Sale, for sale!" Un tipo nos pregunta el precio y mueve la cabeza. Un italiano se acerca y nos dice que por 35 sí las compra. Total, perdemos 5 euros por entrada. Ok, así hacemos, para el bote. Volvemos con el grupo y hacemos unas de las mejores fotos del viaje: delante de la entrada, con el parking de fondo. Solo Sam falta a la foto: se acaba de dar cuenta que ha dejado puestas las llaves de la moto.

El sol empieza a brillar de lo lindo mientras encontramos la tribuna. Es curioso, entre tanto aleman, holandés y demás peña somos gente bajita y casi esquelética. Nos sentamos al lado de una pareja que viste cuero por todas partes, uff, y un señor mayor con su ¿hijo? a mi derecha. Al pobre abuelo le atizo con la bolsa del casco y me disculpo pero creo que ni me entiende ni me perdona. Luego tomamos algunas cervezas mientras descubro que, al final, la primera carrera es la de 125cc. Normal, diréis... pues no tanto, porque cuando me mandaron a casa las entradas compradas por internet venía el programa y los horarios y figuraba en primer lugar la carrera de 250cc, luego MotoGP y para terminar la del octavo de litro. Por eso, precisamente, habiamos pensado salir del circuito a mitad de 125 pero al seguir este orden, algunos por lo menos, no queriamos perdernos la carrera de MotoGP.
Para mi gusto, estamos lejos de la pista pero ya se sabe, así son los circuitos modernos. Al fondo tenemos una pantalla gigante que nos ayuda a ver el resto del circuito. El ambiente es increible. Hacemos la ola varias veces mientras aguardamos la salida de la carrera. El sonido de los "mosquitos" es inconfundible. Entre carreras, un par de acróbatas nos deleitan con sus numeritos. La carrera de 250 se presenta más interesante hasta que vemos como Bautista se como al japonés, ¡porrazo! El sol ya es una tortura, me dan ganas de quedarme en calzones pero va a ser que no. Por fin salen los reyes del Mundial. Vemos por fin a Pedrosa, Rossi, Stoner y Lorenzo dando caña. El ruido es terrible, acojonante. La Ducati de Stoner suena de puta pena, en serio, parece que se ha comido media válvula, suena muy distinta a las japonesas. Desde nuestra posición vemos dos curvas. Lamentablemente, pocos minutos después, en la primera que vemos Dani se cae y abandona la carrera. Poco después vemos una camioneta con su moto y un comisario encima de ella. En la pista, Rossi ya va primero con Lorenzo intentando atraparle. A mitad de carrera se acerca pero luego el italiano aprieta y vemos que al distancia aumenta. Dovizioso parece tener envidia de su compañero de equipo y se cae ¡en la misma curva!, también se le va de delante, mal día para el equipo HRC. Tras las dos Yamaha va Stoner... no parece que vaya redondo, tiene pinta que va a terminar tercero. La única emoción es el grupo de atrás, donde están Hayden, Elias, Kallio y alguno más. Se intercambian posiciones varias veces... Por fin vuelvo a ver a Sete en carrera, gana varias posiciones en las últimas vueltas. Su Ducati también suena "rara". Asados de calor termina la jornada. Rossi ha conseguido finalmente su victoria número 100, ¡casi nada!

La panda se fue varias vueltas antes y nos llevan delantera. Al llegar al parking nos hacemos fotos con algunas joyas como una VTR SP2, una MV Augusta, dan ganas de pasarse varias horas recorriendo aquel "concesionario"... Al llegar a nuestras motos nos encontramos con Antonio y Carlos que habian usado sus pases de Paddock para ubicarse en el circuito. Los cuatro juntos salimos del circuito. No es un caos, otra sorpresa. Al llegar a la autopista vemos miles de personas escoltandonos, saludando sin parar a todos los que pasamos. Estan en los arcenes, en los prados y en los puentes. Te sientes protagonista durante un buen rato... Pasan los kilómetros y la gente sigue allí, saludando, ¡vaya fiesta motera! De repente nos atascamos... Luego vemos que hay un accidente, vaya. Pasamos despacito por el único carril habilitado y volvemos a coger algo de velocidad mientras empezamos a fiarnos demasiado del GPS de Carlos. Llevaba el mapa pero nos fiábamos del cacharro y así nos fue. Creo que dimos varias vueltas de más por esa zona de Holanda, buscando el sureste y la frontera. Sin comer nada, aunque eso nos viene bien para la relación peso/potencia, ja,ja,ja, entramos en una gasolinera para beber agua y llenar depósitos. El calor es asfixiante aunque el sol ya está oculto ... ¡y esta lloviendo!, las dos cosas, calor y lluvia. El chaparrón nos ha pillado por carreteras secundarias. Nos pusimos los monos de agua y veo, en esa gasolinera, cuanta gente en bicicleta va en bermudas, con sus hijos a cuestas, sin inmutarse por aquella lluvia. Supongo que pensarian que eramos unos exagerados pero todavia nos quedan muchos kilómetros por delante. Un motero mayor me pregunta a dónde vamos, cuando le digo que a Nurburgring sonríe como aprobando el plan. Salimos por fin de aquella gasolinera y, un buen rato después, haciendo más caso al mapa que al jodido GPS de la BMW, conseguimos acercarnos a Arnhem. Desde allí vamos dirección Essen, ya en Alemania. Cuando veo los carteles de la "frontera", en la autopista, me alegro mogollón, ¡ya era hora, no nos ha cundido nada la tarde! Como manda la "tradición", por ser Alemania y estar en sus autopistas enorroscamos de lo lindo. Además, apenas hay tráfico. Vamos un buen rato a 200 pero nos pasan más de dos o tres coches. Algunos Mercedes, algún Cayenne... no problem. De repente se nos pone a nuestra vera un Corvette que, por lo visto, nos vacila un poco con sus gestos. Acelera fuerte y Santi se va detrás de él. Adeu, agur! Algo después volvemos a reagruparnos y comienza a llover. Estamos a unos sesenta de la ciudad de Bonn o quizá menos. La lluvia se intesifica y de repente se convierte en tormenta. El viento hace de las suyas mientras me agarro al manillar con cariño. De repente, aunque suena a fantasía, me ocurre algo que jamás me ha pasado: percibo un resplando blanco que me cubre el guante derecho y parte de la moto mientras, casi al mismo tiempo, un sonido atronador me deja congelado, ¡nos ha caido un rayo en la autopista! y bien cerca. Antonio, que iba detrás lo vio perfectamente. Menos mal que no iba más cerca con su Kawa, dice. A mi no me dio tiempo ni de asustarme, no entendia que pasaba. Duró un segundo pero el susto vino después al comprender lo que había sucedido. Luego paramos para repostar y orientarnos. Vamos bien, menos mal, tenemos ganas de llegar al hotel y secarnos. La panda ya estará llegando, seguro. Deja de llover mientras tomamos las últimas carreteras, hemos visto un cartel que indica "Nurburgring". Tomamos esa salida después de un pequeño debate. Al final la lógica se impone y no el maldito GPS que solo trae problemas. Por fin, salimos de las autopistas mientras nos internamos por carreteras solitarias y rodeadas de bosques. No mucho después nos acercarmos por fin a la zona que buscamos. "Aterrizamos" cerca del circuito moderno pero no hay nadie por las calles para preguntar. Llamamos a los compis y no lo cogen. Por fin, hablamos con Piper y nos indica. Estamos cerca, enseguida llegamos al hotel del circuito moderno, ¡qué pasada!

GRACIAS A TODOS LOS QUE ME AYUDARON POR EL CAMINO...