Yo también sobreviví a la batalla del Bol d’Or 2011


Parte de guerra del soldado Luigi (número de chapa: 147):

Fecha de la batalla en la pista: 16 y 17 de abril
Lugar: Circuito de Nevers Magny-Cours (Francia)
Motivo: 24 Horas de Bol d’Or (primera prueba puntuable del Campeonato del Mundo)
Fecha de movimientos del grupo expedicionario: Del 15 al 18 de abril.
Estado actual: sin heridas de guerra pero muy impresionado.


Diario de bitácora, Viernes 15:
Salimos de un caluroso Madrid pasado mediodía, después de escaparnos del “cuartel” un par de horas antes de lo habitual. Mi pelotón estaba formado por EduardoCBF (alias “dios de la lluvia”, alias “capitán Pescanova”) y por mi. En las últimas semanas diversos problemas obligaron al general Luis Sr. y al experto en autodestrucción "Er Pirito" a quedarse de retén en sus respectivas bases.

Estado de nuestro armamento: En mi caso con todo el armamento a punto (incluso limpio) pero con los mínimos accesorios indispensables a bordo, o ni eso… Se me olvidó el saco de dormir de campaña aunque, en honor a la verdad, una parte de mi cerebro lo recordó perfectamente pero, aún así, lo dejó tirado en el coche por aquello de ser más “efectivo” en el combate y, como no, ante las dificultades de llevarlo en mi vehículo.

Estado del armamento del “dios de la lluvia”: su motocicleta llevaba la mierda habitual. Como además es negra, él va de negro y sus bultos son oscuros prefiero omitir que parecía en su conjunto. Destacar que tanta mierda a bordo (salvando al piloto, claro) penaliza gravemente su relación peso/potencia. Motivo: Se esperaban lluvias, antes o después, era estúpido lavar la motocicleta los días previos.

Primera sorpresa: Con un ritmo alegre (incluso) llegamos a nuestro primer punto de paso... ¡sin haber metido reserva en la Fireblade! Tan difícil de creer que solo el palo de 4 euros por coca-cola nos despertó del sueño. Era el kilómetro 202 de la “autovía” de Barcelona, estación de servicio El Espolón. La próxima vez bebemos agua en los lavabos.

A continuación comenzamos a transitar en un campo de batalla inesperado: docenas de kilómetros en obras a lo largo de todo el camino hasta Zaragoza. Destacar las curiosas chicanes que nos encontramos, del todo agradables cuando no encontrábamos civiles enlatados por medio. Desgraciadamente, llegando a la capital maña el único carril se saturó de civiles y nuestra gloriosa media cayó en picado hasta que, por fin, atravesamos el gran Ebro y enfilamos, libres, la de peaje (¡sacrilegio, señor, lo sé!) para que nos cundiera y poder recuperar tiempo y llegar más o menos a la hora prevista al punto de reunión en Barna. Destacar que seguíamos mirando hacia los cielos esperando el (valga la "rebuznancia") esperado tormentón pero… ¡¡no caía ni una sola gota de agua, intolerable!!

Recogimos al resto de integrantes en un bonito establecimiento donde degustamos una Coca Cola a precio razonable mientras admirábamos el “trabuco” que habia atado al lado izquierdo de su BMW el compañero polaco Tomás, cañón que tenia pinta de pata de cerdo, con su pezuña y todo mirando hacia nuestro destino. Ok, salimos junto a Jorge (Hornet) y al zumbado de Isma (Fireblade) que esta vez no llevaba el jamón mencionado en su montura. Salimos pitando sobre las ocho de la tarde, dirección La Junquera donde recogeríamos al veterano Roque y su legendaria FZR de 1989.



Justo empezaba a anochecer un poco cuando los madrileños cambiamos el ritmo, pasando del trote al galope. Esta vez fue el capitán Pescanova quién, de repente, nos pegó una pasada tan fulgurante que yo busqué con la mirada su moto para estar seguro que no había cambiado su sosita CBF por una RR allá en L’Hospitalet, donde las coca-colas razonables… pero no, era ella, la de siempre: la moto más guarra del hemisferio norte. Su dueño retorcia el gas como si fuera directo a una cita con la conejita PlayBoy del año. Por cierto, seguía sin llover, nos estábamos empezando a enfadar.Pues sí, en ese preciso instante, como se alejaba el capitán a dos mil millas por horas, la ley de Murphy propició que, obviamente, nos saltáramos la gasolinera prevista y al último invitado que, tal vez, nos vió con cierto asombro mientras los dos madrileños seguían corriendo como si fuera su último viaje ante la mirada de estupor de los polacos que estaban ya en estado “fliposo total” mientras subian marchas como locos para pararnos.

Una vez reconducida la situación, de noche, sin lluvia, recordando los ataques epilécticos que nos dan en ocasiones (como el mencionado), pasamos a territorio galo donde, ahora sí, podemos enroscar un poco más el puño derecho sin mirar tanto las cunetas.

La experiencia de echar el caro carburante fue, como siempre en esas tierras, o muy fácil o muy difícil. A aquellas horas de la noche éramos los únicos inquilinos de la estación de servicio pero fácilmente consumimos tres cuartos de hora mientras decidíamos, sabiamente, que el jamón y la oscuridad nos invitaban a buscar algún Ibis y comenzar la primera mini-fiesta. Asi fue. No fue difícil encontrar un establecimiento dónde fuimos admitidos. Antes, tuvimos que tomar la salida de la autovía in-extremis, con un grado de inclinación en la moto impropio de esas horas. Cosas que pasan cuando casi te la pasas. Algo después, de repente, en la habitación que sirvió de salón festivo, vimos aparecer una botellas de Rioja estupendas y más viandas: choricito, butifarra, tomate, pan... pan por gentileza de la gala del hotelito, qué maja, tres barras, una por habitación... El jamón no se inauguro esperando su momento glorioso en Magny-Cours, ¡gran decisión! Me hago una bonita foto con él a modo de guitarra, con mi camiseta de AC/DC, qué menos...


Sábado 16:

Nos levantamos bien pronto sin haber dejado centinela (todos estaban fatal y eso que apenas empinamos el codo, 1 de las 3 sobrevivió) y a las siete y poco de la mañana toda el batallón se encaminó tierra adentro, ansiosos por descubrir de nuevo la famosa Galia, esa tierra tan llena de vida y buen rollo. Era muy temprano pero con muchas ganas nos acercarnos a la preciosa e histórica ciudad de Beziers (¡otra vez que no paramos!) y a la zona que precede al famoso viaducto de Millau. De repente, una pequeña escaramuza: llegan curvones infinitos con buen asfalto, la vanguardia aligera rozando los 200 y el resto de la tropa no puede más que verse contagiado por el cachondeo. Sin apenas tráfico y con una climatología muy benigna nos metemos una media horita casi racing, buen entrenamiento, sí señor. Zona muy recomendable para todos los amigos a las curvas. Llegamos al viaducto pero no paramos, seguimos a toda leche mientras reconocemos que el único coche que va sin ritmo y por el puto medio es... ¡¡español!!

Llegamos al circuito justo a tiempo pero sin gasolina. Falta una hora para ver la mítica salida de la prueba y comenzamos a persuadirnos que lo mejor es buscar la gasolinera cercana porque vamos más tieso que la mojama. Llegamos a tiempo pero la recta de meta está justo al otro lado de dónde está el "camping". Nos conformamos con ver el pelotón de grandes pilotos llegar juntitos y veloces al ángulo del circuito, ¡impresionante!

Luego tomamos la primera cerveza mientras buscamos los chiringuitos unos cientos de metros más arriba. Pedimos nuestros bocadillos mientras un galo que ya no cumplirá los 60 se nos mea casi encima mientras una matrícula en su frente anuncia que tiene todos sus papeles en regla (¡o eso creo!). "Se despide" del mostrador tirándonos parte de la cerveza de Jorge. Por lo visto en esos primeros minutos, alli es típico estar muy pedo desde un día o dos antes de la salida de las 15h00 del bendito sábado, festividad sin duda de la prueba más añeja del Endurance galo. 

Como este individuo vemos más muy pronto. Era predecible, ¡son galos!, pero nunca terminas de acostumbrarte. Tampoco nos acostumbramos a ver tanto gabacho lucir canillas al aire, lo cual explica porqué caminan tan despacio. Aunque tantos pantalones por los tobillos… ¡¡no auguran nada bueno!!Montamos tiendas, seguimos dando vueltas, disfrutando del ambientazo… ¡¡Cuánto público!!, ¡¡“igualito” que en España!! Sin duda los más sosos nosotros, parecemos salidos de un convento al compararnos con la fauna que nos rodea en el "camping" verde (lo llaman la jungla, según nos comentaron los de Folch) mientras el sol nos acribilla minuto a minuto. ¿Pero es que de verdad no va a llover..........????

Llega la noche y las primeras hogueras se transforman en pequeños incendios. La temperatura baja gradualmente a medida que se oculta el sol pero... ¡no hay problema!, aquellos viejos Citroen o Renault sin puertas y sin techos que habiamos visto horas antes por el "camping" conducidos por franceses en pelotas ahora están sirviendo de "fallas", una tras otro, no hablamos de dos o tres vehículos... Aparte de algún corte de encendido y de las tipicas llamaradas gigantes de algún motor metido en un carrito del hipermercado lo de los coches ardiendo nos llama poderosamente la atención, ¡qué espectaculo! Eso sí, ningún incidente, ninguna pelea a la vista, nada, parece un agradable caos debidamente ordenado y conocido.


Abrimos el jamón y empezamos a cenar como marqueses. Qué bonito es vivir así, ¡pena que dure tan poco! La BMW de Tomás es algo así como un autocaravana, tiene de todo, maletas por todas partes, solo falta un microondas y la sauna pero... bueno, no hace falta. La única botella de vino que sobrevivió a la noche anterior nos facilita que pase mejor el cerdo por el gaznate. El cuchillo jamonero hace su función. Volvemos a la fiesta, a alucinar... desde luego, no hay bomberos ni gendarmes a la vista, creo que es "tierra libre" o el plató de la próxima película de la saga "Mad Max"... ¡Irreductibles estos galos!, pobres romanos sin duda... hasta vemos un par de ellos totalmente uniformados como antiguos guerreros espartanos (¿estaria Jorge Lorenzo por alli?, ¡no, no creo!) mientras torturan sin piedad el motor de una Bandit 1250 animados por el aplauso general del populacho. ¡¡Aqui solo falta una buena mascletá en condiciones!!

Apenas he dormido dos horas y pico, sin saco, rodeado de ropa y bolsas de deposito, me levanto con cualquier excusa pero no orino solo (aquel gran dicho español se cumple). Después de regar nos vamos a ver las carreras. Son las cuatro más o menos. En la pista, la competición es sencillamente magnífica. Mucho nivel. Visitamos el paddock y estuvo bien pero lo que vimos en pista, mejor.

El equipo que más llama la atención es el "TT Legends" formado por cuatro pilotazos, todos ganadores o punteros del TT de la isla de Man. McGuinness, Amor, Plater y el bueno de Cameron Donald con el que puedo intercambiar unas frases y hacerme una foto. El equipo francés Yamaha de David Checa no ha tenido suerte. En el primer relevo cayó su compañero, Foray, pero ya están recuperando. Volvemos a conducir nuestros pasos y nuestras miradas a las tantas de la madrugada al ángulo, ¡¡como llegan estos chicos!! Es de noche pero parece que siguen a toda pastilla. En las tribunas todavía hay mogollón de gente, ¡grandes esta afición! Como nos dijo la gente del equipo Folch por la noche los muy buenos recuperan a los buenos, así es. En primer lugar sigue el equipo favorito, el SERT, tiene todas las papeletas para volver a ganar la prueba.

Domingo (con luz): 

Cuando amanece el sonido de la jungla disminuye ostensiblemente. Veo incrédulo algunos cuantos dormidos boca abajo, totalmente boca abajo, dudo si están vivos o muertos, y en aquel caso me pregunto cómo pueden respirar con la boca y la cara tan metida en la tierra. Dan ganas de pisarlos para ver qué pasa. Pena que me den idem. Otros duermen con la chupa de cuero todavía puesta, de lado en el suelo, sin saco y sin nada. Verás cuando se despierten... y mientras, buscando alguna lumbre viva, Jorge, Isma y yo nos apalancamos finalmente en un campamento vikingo donde ha debido pasar de todo. Todavía queda algún banco de madera en pie y me tumbo para cerrar los ojos y dormir unos minutos. En unas horas arrancaremos las motos y hay que disfruta, carpe diem. Desmontamos los trastos y la expedición se despide de la batalla del Bol d'Or con ganas de repetir el próximo año... ¡pero acompañados de valencianos y sus tracas!, sin duda... ¡es lo único que falto aquella noche para quemar el "camping"!!! Para rematar el buen ambiente con aquellos galos a uno de los chavales de al lado le encontramos su móvil... otro que nos quiere invitar a su brebaje para desayunar. No, merci, ¡a saber qué es eso que estáis bebiendo!


De la vuelta se podrian contar muchas cosas, señor, pero algunas son realmente increíbles. Jorge, nuestro campeón de las nakeds (no veas como hila), se debió quedar con sed y confundió el caldo riojano con la gasolina de su tanque. Ahh, que nos quedamos sin gasofa... bueno, dimos un pequeño rulo y asunto solucionado. Dar las gracias a esa asociación motera francesa que, habitualmente, montan unas buenas carpas y te invitan a un refrigerio en cualquier zona del país... esta vez nos tocó a nosotros, ¡chapeau!, gracias Francia por poner varios peajes gratis para los motoristas que acudían a la cita de Magny-Cours. Y, para terminar, destacar que fuimos testigos (y víctimas) de un auténtico campeón de free-style sin anunciarse, ese veterano que nos hizo todo tipo de acrobacias en marcha, pasándonos por el arcén a más de 200, etc, etc, en suma, dando por culo pero bien... sí, el de la FZR, Roque, o "Tío Sam" para sus amigos, tipo peligroso sobre dos ruedas, una pena, y a su edad... "Si se llega a caer yo no paro"... normal cuando te han tocado las narices en marcha durante cientos y cientos de kilómetros. Que cada palo aguante su vela, primera y última vez que compartimos asfalto.

Un abrazo grande para Tomás, Jorge, Edu e Isma, ¡¡otro viaje para recordar!!


Grande y mágico Bol d'Or, ¡¡grande y mágica Resistencia!!

GRACIAS A TODOS LOS QUE ME AYUDARON POR EL CAMINO...